Abba: Te esperaba ansioso, hoy será diferente, quiero recostarme en tu regazo, necesito tu consuelo.
Discúlpame si mojo tus ropas con mis lágrimas, acaríciame con mucha dulzura por favor, entremezcla tus dedos en mi pelo, arrúllame con una canción que hagas solo para mí y de vez en cuando, detente un momento para decirme al oído cuanto me amas.
Haz que se escuche música deliciosa, que haya penumbras frescas, deja que me duerma y regálame sueños de infinito amor con ella.
Si sientes que tengo frío, cúbreme solo los pies, tú sabes que así se me quitará, si notas que voy a despertar, dame palmaditas mágicas en la espalda para que alargues mi dicha de estar a su lado, no dejes que abra los ojos.
No te asustes si mi corazón pareciera salir de mi pecho, recuerda con quien estoy y a donde me has llevado.
Por más que te he rogado, me muestras el alba que no quiero ver, sé que te haces el que no me has oído.
Perdóname, pero a veces cuando te miro, me impacienta tanto esa sonrisa tuya intentándome dar confianza, no me guiñes el ojo, pero dime: ¿Hasta cuándo voy a estar así? después de todo, me tranquilizas, y dejo de seguir con miedo.
Sí, ya sé tienes que irte, otros cabellos esperan anhelantes tus manos, prométeme que mañana volverás y que la noche que le toque a ella que le alborotes su pelo, le dirás en el tono más bello que tengas, “que la amo tanto como tú”.
Vete con cuidadito, que no te sienta y déjame un poquito de tu luz en el nochero. Dame un besito y no olvides que yo también te estuve amando y siempre te amaré, esperaré que visites a los demás para que vuelvas a mi habitación y por favor, te quedas otro poquito más.
Hasta luego Abba.
Invitado: José Gregorio Hoyos Muñoz
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