Hoy les hablaré #sinrecato de una tendencia muy popular, y también antigua, en la que las parejas esconden un secreto a voces y se casan para acallar los comentarios imprudentes y el chismorreo.
Se trata del ‘matrimonio lavanda’, llamado así por la simbología con el color asociado a la comunidad LGBTQ+, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Este término nació en la época victoriana, y se relaciona con los matrimonios a conveniencia entre un heterosexual y un homosexual, sea hombre o mujer, para ocultar su orientación sexual ante una sociedad mojigata y represiva.
Un ejemplo ‘lavanda’ fue el matrimonio del rey Eduardo II y la Reina Isabel; el rey tenía un novio, Piers Gaveston; sin embargo, como la homosexualidad en aquella época era duramente castigada, fue decapitado por orden del conde de Warwick.
Luego de la muerte de Piers, el rey Eduardo II conoció a Hugh Despenser. Ya en ese momento, la reina Isabel abandona al rey y consigue también un amante, Mortimer.
Durante la época dorada del cine en Hollywood, cuando los estudios les exigían a sus estrellas mantener una imagen heterosexual, los ‘matrimonios lavanda’ se hicieron muy populares:
Rock Hudson y Phyllis Gates: el actor y su secretaria, se casaron en la década de 1950. Hudson fue uno de los primeros actores diagnosticados públicamente con SIDA, lo cual aumentó la conciencia sobre la enfermedad.
Judy Garland y Vicente Minelli Read: consciente de la homosexualidad de su esposo, estuvo casada por seis años y tuvieron una hija, Liza. Y, aunque se divorciaron, Judy Garland le aconsejó a su hija que en el futuro se casara con un gay, porque eran los “mejores esposos”.
Liza Minelli y Peter Allen: la exitosa cantante, actriz y además hija de Judy Garland, se casó en 1967 y en 1974 se divorciaron. Siete años después de disolver su matrimonio con Liza, Peter admitió su homosexualidad.
Estas uniones tanto históricas como de famosos, han sido criticadas por reforzar estereotipos que persisten en industrias donde la imagen es lo más importante.
Surgen como una forma de evitar la estigmatización social y la persecución que enfrentaban los homosexuales en esa época y, aunque esta tendencia no siempre lograba mantener la fachada, se hicieron más comunes hasta que la homosexualidad fue aceptada socialmente.
Hoy siglo XXI, la Generación Z le ha dado un significado renovado a este concepto y hablan de uniones basadas en la amistad y el apoyo mutuo, sin romance o sexo, en el que comparten pensamientos, ideologías y beneficios económicos y legales.
Los psicólogos concuerdan que estas uniones se han convertido en una estrategia para compartir gastos, alejándose de los modelos tradicionales de familia, los cuales se basan en el enamoramiento o la atracción sexual.
Es una forma de crear una “familia elegida” como alternativa para no vivir solos y también desvincular la compañía de la necesidad de una relación sexoafectiva. En esta relación el enfoque son los vínculos platónicos.
Este tipo de matrimonio es tendencia en redes sociales con el #lavendermarriage que acumula millones de visualizaciones en TikTok, en donde usuarios comparten sus experiencias.
Bajo esta perspectiva, el ‘matrimonio lavanda’ representa una estabilidad económica, además de la convivencia, porque ofrece algunos beneficios legales como seguros, herencias, accesos a servicios conjuntos e incluso está ligado a decisiones médicas compartidas.
En este modelo, algunas personas mantienen relaciones sexuales o sentimentales por fuera del matrimonio, previo acuerdo de los involucrados, al igual que expectativas compartidas que les permitan tener un entorno estable.
Pero no todo es color ‘lavanda’, algunos piensan que se deben repensar las estructuras afectivas ante un panorama que está marcado por la inestabilidad económica y el agotamiento de los vínculos tradicionales.
Desde la experiencia de algunas parejas, este modelo no solo plantea una alianza económica, sino también una alianza basada en la amistad, la empatía y la estabilidad afectiva, en un momento en que los matrimonios tradicionales están en crisis.
Y aunque el modelo de relación es platónico, algunas ‘parejas lavanda’ alcanzan relaciones sentimentales profundas. Los expertos afirman que es posible, aunque no es el objetivo ni la regla, lo cual da para interpretar que la sana convivencia, incluso sin amor romántico, puede generar lazos emocionales con el tiempo.
Expertos en salud mental aseguran que sostener la convivencia y un modelo de vida donde el interés económico y social es lo prioritario podría trastornar la psiquis de las personas. Por lo tanto, hay que ser prudentes y, en caso de que sea una opción viable, ante cualquier duda es mejor consultarlo con un terapeuta de confianza.
A final de cuentas, todo se resume a “cada quién con su cada cuál” y si este estilo de vida te resulta innovador ¿por qué no intentar?
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