Algunos parecen Tarzán, y no porque sean salvajes, o se hayan criado en la selva con gorilas, sino porque saltan de una relación a otra sin pensarlo.
En el caso de nuestro amigo Tarzán, resulta inofensivo saltar de liana en liana sin poner los pies en el suelo. Sin embargo, en el plano afectivo, este salto constante entre relaciones sin tocar el suelo emocional es traducido por los psicólogos como una negación del vacío, la tristeza y la soledad cuando terminas una relación sentimental.
Después de que terminan una relación amorosa, sienten miedo de estar solos, y de inmediato empiezan una nueva relación sin haber sanado las heridas emocionales de la anterior; se busca llenar ese supuesto vacío que dejó la otra persona en su vida.
El síndrome de Tarzán es identificado por los expertos como una tendencia actual en la que los vínculos afectivos tienen nuevas formas de conexión, más veloces, menos comprometidas y profundamente condicionadas por el miedo a no tener pareja.
Aunque algunos jóvenes suelen identificarse con este síndrome, la realidad es que no distingue edades o perfiles, ya que también puede pasar en adultos, y ocurre lo mismo, se afecta la estabilidad emocional de quienes lo padecen y se involucran en este tipo de relaciones.
La psicóloga Lara Ferreiro manifiesta: “Algunas personas salen de una relación y entran en otra sin haber hecho el duelo, como si fuera cierto que ‘un clavo saca otro clavo’. La nueva relación tiene un efecto anestésico que impide procesar las emociones de pérdida y quienes siguen este patrón repiten comportamientos disfuncionales porque no reflexionan sobre los errores del pasado”.
La pregunta #sinrecato entonces es ¿por qué ocurre este patrón de comportamiento?
Los expertos coinciden en que afecta a quienes tienen baja autoestima y necesidad de validación constante. Para muchas personas, cuando se quedan sin pareja, se les activa una sensación de inseguridad emocional que resulta intolerable para enfrentar la vida sin el respaldo del otro.
Lo más grave es que quienes tienen una dependencia emocional profunda se sienten incapaces de dejar una relación sin tener otra “en salsa”, lo cual sólo confirma que necesitan de un vínculo que funcione más como un escape que como una conexión real.
El impacto provocado por el síndrome de Tarzán no debe ser subestimado, porque, desde el punto de vista psicológico, genera una acumulación de duelos no resueltos que terminan afectando tanto la autoestima como la capacidad de construir una identidad sólida. Las relaciones que comienzan bajo este patrón por lo general son superficiales y están marcadas por la inestabilidad emocional.
El psicólogo Raúl López asegura: “Las personas llevan consigo todo ese equipaje y bagaje de otras relaciones que no han funcionado, lo que impide cualquier tipo de crecimiento emocional genuino. La búsqueda constante de afecto externo se convierte en una barrera que impide el autoconocimiento y refuerza un sentimiento de vacío existencial que se vuelve crónico”.
Y aunque este síndrome es más común en el plano afectivo, se observa también en el ámbito profesional. En aquellas personas que cambian constantemente de trabajo con la esperanza de encontrar un empleo que llene todas sus expectativas, pero sin detenerse a pensar sobre lo que realmente necesitan.
La psicóloga Lara Ferreiro explica cómo romper con el patrón y sanar: “La solución comienza por aprender a transitar el duelo sin buscar salidas inmediatas. La reflexión, el autoconocimiento y el tiempo para sanar son elementos esenciales para poder construir una relación más sólida en el futuro”.
Y agrega que, sin este proceso, se entra en un ciclo destructivo que daña tanto la identidad personal como la calidad de las relaciones posteriores.
Cuestionarse sobre el compromiso, la vulnerabilidad o la autoestima pueden convertirse en claves para salir de ese círculo vicioso y generar vínculos más conscientes.
Y aunque el camino para construir una relación sana tiene rosas y espinas, lo más importante es recuperar la autonomía emocional. Lo primero que debemos hacer es aprender a estar bien con nosotros mismos y no depender del otro para sentirse importante. De esta manera, el vínculo que se crea será desde la elección y no desde la necesidad.
No sigas saltando de liana en liana y más bien comienza a caminar por tu cuenta en la construcción de una relación estable y genuina, y no de una dependiente y destructiva.
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